9 de marzo de 2012

La ética de los negocios en el contexto internacional



Una realidad que preocupa a las empresas que operan en la escena internacional es que en muchos países es bastante frecuente que el pago de comisiones, los regalos o los favores personales formen parte de la manera habitual de hacer negocios. Y eso puede representar un dilema ético para las personas que lideran proyectos internacionales, en la medida en que éstas se planteen si aceptan o no incluir ese tipo de prácticas en la operación comercial en cuestión, que en ciertos casos pueden ser determinantes para el éxito de la misma. 
Desde una perspectiva occidental, la tendencia mayoritaria es clasificar todas estas actuaciones bajo el concepto genérico de corrupción, sin entrar en matices y sin tener en cuenta que los comportamientos, cuando están generalizados, son el reflejo de los usos sociales imperantes y éstos a su vez son el resultado de lo que cada territorio considera aceptable desde un punto de vista ético. Es esa una aproximación universalista que parte de la base de que todas las sociedades funcionan o deberían funcionar de forma parecida, bajo criterios de transparencia y de sometimiento a la autoridad suprema de la ley. Pero hay muchas zonas en el mundo -de hecho la mayoría, en términos de población- que organizan sus relaciones comerciales no tanto en torno a la fuerza coercitiva de la norma legal como en base al establecimiento de relaciones personales duraderas, en las que la confianza y el honor crean unos vínculos que obligan a largo plazo. En esas culturas la lealtad y la amistad en los negocios, lejos de ser consideradas comportamientos sospechosos, son fuente de obligaciones recíprocas tanto o más fuertes que las que se pueden regular en un contrato. Por lo tanto, el amiguismo no tiene allí connotación peyorativa, porque favorecer a la persona que conoces bien y en la que sabes que puedes confiar añade seguridad a la operación y la beneficia.
Es esa diversidad en la manera de entender la lógica de una relación comercial y sobre todo de definir el concepto de confianza la que, desde el punto de vista de un observador externo, plantea disyuntivas que muchas veces son de difícil resolución, porque dan origen a códigos éticos muy distintos, también en un espacio relativamente pequeño y cercano como es Europa.

En ese sentido, podéis leer en el European Fraud Survey 2011 la diferente percepción que ingleses, checos, rusos, turcos, alemanes o españoles tienen sobre una serie de comportamientos para agilizar el crecimiento de un negocio, que se califican de fraudulentos:



Como veis, los niveles de permisividad interna son muy diversos, tanto por países como por actividades y ponen de manifiesto una vez más la importancia y complejidad de los factores culturales en las relaciones internacionales. ¿Podemos por tanto hablar de la ética de los negocios en el contexto internacional como de un concepto que debe ser necesariamente unívoco? Cualquiera que tenga experiencia internacional sabrá que un comportamiento que es considerado corrupto en un sitio puede no serlo en otro o incluso puede serlo también pero por motivos diferentes. Por tanto, ¿dónde colocamos la línea roja entre lo que es aceptable para nosotros y lo que no lo es? Esa es una pregunta con la que me veo frecuentemente confrontada y para la que no tengo una respuesta simple y clara, sino que ésta ha de ser necesariamente casuística. La discrepancia ética habrá que resolverla caso a caso, atendiendo a los principios personales, la norma legal, los valores corporativos de nuestra empresa y las alternativas disponibles. Y en ese proceso, es necesario tener un alto nivel de competencia intercultural y ser capaz de mantener la integridad subjetiva sin descalificar éticamente a la otra parte. Porque no se trata solamente de valorar si adoptamos (o no) prácticas y comportamientos que nos son ajenos, sino también de intentar hacer un esfuerzo para comprender porqué lo son. 

8 comentarios:

Angela ICM dijo...

Hola Astrid,

Un articulo muy interesante que aborda un problema profundo sobre la legitimidad de los sistemas culturales que se deberia usar en contextos internacionales.

Durante mis estudios, conoci a un profesor que nos explico lo siguiente: Tuvo un cliente en China, y fué a visitar su fabrica.
Trajo con él pequeños frascos de perfume que le costaron 1€, y llaveros con pequeñas torres Eiffel. El caso es que fué distribuyendolos a toda la pantilla, y su colega francés mostro su sorpresa diciendole que "esto es corrupcion". Al final lograron "win the deal" con ese cliente, porque para ellos era una muestra de interés y respeto: diferencias de percepcion.

Por ahora, las practicas mas usadas y mas de moda , a mi parecer, son las americanas: mucho networking, dinamismo, ser siempre positivo, el apreton de manos, reducir la disociacion de la vida privada y profesional etc...
Sin embargo, parece haber un aumento de la "inteligencia cultural", o mejor dicho, de la apertura y tolerancia hacia lo diferente: se pudo ver a Obama saludando al emperador japonés con la reverencia tradicional local (aunque hubo errores de protocolo, pero la intencion ya es un gran paso adelante).

Creo que tenemos que reconocer que ha habido esfuerzos en cuanto a la apertura cultural del business world, pero que nos queda mucho camino para poder hablar de un real acuerdo cultural en el area de los negocios a nivel mundial.

Astrid Moix dijo...

Hola Angela,

Muchas gracias por tu comentario y por hacernos partícipes de tu experiencia. Tienes razón con lo de la influencia americana, que prioriza estilos muy asertivos, lo cual no es malo ni bueno en si mismo, siempre que vaya alineado con el entorno. Es también resultado de la influencia de los libros y escuelas de gestión, mayoritariamente americanas. Pero desde hace un tiempo se observa una adaptación también en ese sector, para dar respuesta a la interconexión de la globalidad. Sin ir más lejos, en todo un referente como es Harvard, hace dos años escogieron un Dean nacido y educado en la India. Es la primera vez que ese cargo recae en un no americano.
Todo va cambiando ...

Un saludo,

Jimena dijo...

Hola Astrid,
Lo hemos hablado alguna vez, pero de la misma forma que el copia y pega no funciona, tampoco el "a donde fueres haz lo que vieres". Que esa es otra ... Como tu bien dices, los dilemas complejos rara vez se resuelven con soluciones simples.

Un abrazo,

Jimena

Ulises dijo...

Buenas tardes Astrid,

un artículo muy interesante y, desde luego, de plena actualidad. Creo que los límites los deben poner el sentido común, pero parece que no siempre puede uno confiar en el. Cada vez son más las empresas que le ponen un límite económico a cualquier regalo, además de controlar el momento en que se hace.

La sensación que tengo de mi experiencia en muchos países emergentes, es que la corrupción está a la orden del día, de forma totalmente descarada y natural, pero no lo relacionaría con un comportamiento cultural generalizado: En la India no es habitual llevar un regalo cuando visitas a un amigo. En Alemania si. Sin embargo, en la India te piden comisiones en metálico y en especias en cualquier negocio, mientras que en Alemania esto es más difícil de ver.

Creo que cuanto más desarrollada y formada esté una sociedad, más crítica es con las malas prácticas. En estas economías emergentes, se ha empezado a movilizar la población contra la corrupción de sus élites, por lo tanto, entraría en contradicción con el concepto de "factor cultural". Las protestas masivas en India y Tailandia de 2011 son un ejemplo de que la propia población de esos países (que son los verdaderos poseedores de su cultura) rechaza estas prácticas.

Pienso que España también puede ser un ejemplo de cómo ha cambiado la percepción de la corrupción ... o al menos eso quiero creer.

Un saludo y gracias de nuevo por este artículo.

Ulises

Astrid Moix dijo...

Hola Jimena,
Me alegro de que te hayas animado a comentar. En relación a lo que dices, precisamente por eso resalto el que no se trata de cambiar el comportamiento, sino de entender las razones que motivan el de la otra parte. Si esas razones son legítimas y las entendemos, será más facil evitar la descalificación.
Un saludo,

Astrid Moix dijo...

Hola Ulises,

Respecto a lo que comentas del sentido común, yo también creo que es mucho más efectivo fijar límites concretos, precisamente porque lo que se entiende por sentido común es una percepción subjetiva.

En relación a las malas prácticas en paises emergentes (y no tan emergentes), los valores culturales no son inmutables, sino todo lo contrario. Están en evolución permanente y de vez en cuando se producen cambios bruscos, como las revueltas que citas, cuando la disparidad entre el comportamiento social y el valor que lo sustenta es muy grande.

Muchas gracias por pasarte y comentar,

Un saludo

Antonio Ortega Parra dijo...

Hola Astrid:

Tocas un tema muy importante, que requiere de mucha serenidad para su análisis. Pero creo que tenemos que distinguir entre la forma aceptable en las distintas culturas de realizar negocios, y la ética que es un concepto mas universal.

El dilema que planteas es real: hago o no hago negocios, admitiendo unos comportamientos que pueden ser diferentes. Y eso puede llevar a transgredir tus propios principios. La ética está en el mundo de las intenciones y está más allá del mero cumplimiento de la ley y de la costumbre. Una cosa no es ética porque la hagan todos.
Siento no tener solución al problema, pero sí creo que no deberíamos buscar resquicios para no cumplir con nuestros (los de cada uno) criterios éticos.
Enhorabuena por el planteamiento, que es muy actual.
Saludos,
Antonio

Astrid Moix dijo...

Hola Antonio,
Coincido contigo en que la dimensión ética va más allá de la ley y la costumbre. Pero la pregunta que me hago (y me hacen) es cómo actuar ante determinados comportamientos que son considerados corruptos en un sitio y en otros se ven no solo como aceptables sino incluso como recomendables.
Y la verdad es que reconozco que ahí tampoco yo tengo todas las respuestas.

Gracias por pasarte y comentar.