No sé vosotros,
pero de un tiempo a esta parte, yo he ido observando un progresivo deterioro de lo
que a mi entender son normas de cortesía mínimas en las relaciones profesionales,
y si me apuráis también en las
personales, aunque ahí no me meto, allá cada cual con lo que haga con sus amigos.
En mi caso, cada vez con más frecuencia me encuentro con
reuniones en las que, prescindiendo del valor del tiempo ajeno, se empieza con
una escandalosa impuntualidad. O citas que se cancelan en el último momento
alegando excusas de medio pelo del tipo es
que andamos muy liados (toma, como todos, pero para eso planificamos el
encuentro, creo yo). Tampoco es extraño que personas que apenas te conocen te contacten pidiendo ayuda para algún
proyecto y que después de dársela -gratis total- nunca más vuelvas
a saber nada, ni del proyecto ni de la persona.
Especialmente
habitual es sobre todo el fenómeno de no contestar los e-mails. Lamento decirlo,
pero eso es algo con lo que me encuentro mucho en España, más que en otros
países con los que habitualmente trabajo, y he de reconocer que me pone de los
nervios. Porque en el mundo 1.0 cuando una persona te pide algo y tú se lo das,
lo normal es que al cogerlo te dé las gracias. O que cuando propongas algo recibas una respuesta, un sí, o un
no, no sé… una reacción en algún sentido u otro ¿verdad? Pues parece que si eso mismo lo haces por
correo electrónico lo suyo sea dar la callada por respuesta. ¿Tanto cuesta
acusar recibo o escribir gracias u OK o lo que sea y darle a la tecla intro? Sobre todo cuando lo que has
enviado es algo importante que te ha llevado tiempo y trabajo preparar. Siempre
te queda la duda de si la falta de noticias obedece a la indolencia del
receptor o a que el destinatario ha enfermado, o se le ha estropeado el
ordenador o incluso puede ser que tu correo ni siquiera haya llegado a su destino por haber sido víctima de un antispam agresivo. Pero
luego, cuando transcurrido un tiempo más que prudencial te atreves a preguntar si tu mensaje llegó, te contestan sin inmutarse
con un aaah! sí, sí, pues claro que lo
recibimos, y si tienes suerte, de nuevo aparece la frase comodín a modo de
disculpa: es que vamos muy mal de tiempo. Claro, y yo ando todo el día haciéndome las uñas…
Quiero pensar que
esta falta de atención por parte de algunas personas se debe sobre todo a mi
condición de consultora, que para según quién parece que somos algo así como
proveedores de segunda clase. Quiero
pensar que esas mismas personas tratan a sus clientes y resto de proveedores
con más esmero y atención; que contestan los mensajes, dan las gracias y se
disculpan si no pueden cumplir sus compromisos. Quiero pensar también que la
actual situación económica y el ambiente enrarecido que ha creado en muchas
empresas no ayuda y que la gente trabaja bajo mayor
presión. Me hago cargo de todo eso y lo
comprendo, porque también lo veo en mi entorno más cercano. Pero me parece que
hay límites que no cuesta nada mantener. Y además la tecnología nos lo pone muy
fácil. Que luego presumimos todos de estar
muy conectados, pero fallamos en lo básico, en la atención personal y en las
normas de educación más elementales.
Y si eso lo
trasladamos a la escena internacional, ya ni te cuento. Porque resulta que los
conceptos de lo que es correcto a nivel
de etiqueta en el trato profesional varían y esa
informalidad tan nuestra en comunicar o en reaccionar a tiempo puede ser
interpretada como falta de organización o de profesionalidad o de interés (o
las tres cosas a la vez). Recuerdo muy bien que hace algunos años, un fondo de
inversión anglosajón que asesoré abandonó una operación bastante grande en
España por ese motivo. Desde entonces insisto mucho a mis clientes sobre la
importancia de dar respuesta y de mantener informada a la otra parte, de
prestar atención a esos detalles que van más allá de la ya de por sí deseable
cortesía. Porque además de trasmitir
confianza –que es un elemento imprescindible para el éxito de cualquier
negocio- hacen que el trabajo diario sea mucho más agradable. Yo tengo la
suerte y el placer de poder colaborar con algunas personas así, y os aseguro que sé de lo que hablo.
10 comentarios:
Pues eso que trabajas en el sector privado. Yo que trabajo en la administración... multiplica por 3 ó 4.
Absolutamente inaceptable, dicho con palabras suaves.
Un abrazo.
Excelente entrada, Astrid. Suscribo lo que dices punto por punto. Creo que trabajar con personas de otros países te hace ser más consciente de lo especialmente maleducados que somos en España, con todas las excepciones que queramos, que también las hay. Pero lo de no contestar, ni dar las gracias o lo de ser impuntuales o cambiar las cosas de la agenda en el último momento es algo que, al menos en mi experiencia, suele verse rara vez en el resto de Europa.
Hola Javier,
Sobre lo que pasa en la Administración no puedo opinar. Tu tienes mejor conocimiento de causa ...
Un abrazo
Hola José Miguel,
Gracias por pasarte y compartir tu experiencia. Desde luego que no hay que poner a todos en el mismo saco y ya digo que yo misma trabajo habitualmente con personas que son muy cuidadosas con estos pequeños/grandes detalles que comentamos. El concepto de "buena educación" tiene un componente cultural importante y puede variar mucho de país a país. Precisamente por eso hay que estar atentos a lo que pasa alrededor.
Un saludo
Hola Astrid.
Pues para mi no existe excusa ni justificación por la crisis, por el entorno enrarecido, por la tensión ni por nada.
La buena educación debe estar por delante de cualquier circunstancia.
Dice el refranero español: "El hombre bien nacido, no niega saludos ni a sus enemigos."
Un saludo
Estoy contigo Nacho, pero al menos en mi experiencia, veo a la gente mucho más crispada. Aunque el tema de los emails que comento en la entrada no es de ahora. Hace algún tiempo, cuando no había crisis de por medio, trabajé para una empresa que tenía como norma el evitar los correos de cortesía "para no cargar el servidor" y lo encontraba lo más normal. Así que nadie acusaba recibo ni daba las gracias, hasta que la gente en otras filiales en el exterior empezó a quejarse ... Lo dicho, a veces se trata no tanto de falta de educación como de desconocimiento. A veces, solo a veces ...
Un saludo y gracias por pasarte.
Hola Astrid
Me pillas de vuelta de quince días de trabajo en Munich y casualmente esta reflexión en la que coincido plenamente, se me ha pasado por la cabeza como diez o doce veces...
Es una cuestión de BUENA EDUCACIÓN y esa se aprende en el contexto familiar, pero sobre todo en el EDUCATIVO y eso lo hemos olvidado hace tiempo... Yo soy de esos de MÁS BUENA EDUCACIÓN Y MENOS VIRIATO aunque me temo que en este país estoy desfasado....
Y al final es una cuestión de RESPONSABILIDAD SOCIAL que lejos de hacerte menos libre, te hace TOTALMENTE LIBRE
En fin, creo que me vuelvo a Alemania!!!
Besos
Fantástica entrada. La falta de educación y respeto se ha convertido en norma. Todo lo que cuentas me suena basatnte familiar. Sabemos relacionarnos muy mal y de inteligencia emocional por consiguiente muy, pero que muy escasos.
un abrazo
Hola José Luis,
Tienes razón con lo educativo, aunque creo que Viriato tampoco goza de demasiada popularidad en estos tiempos ... Si se enseñara bien la historia otro gallo nos cantaría :)
Yo creo que en temas de cortesía profesional (y en muchas otras cosas) es muy importante también la influencia de los primeros jefes, que son los que nos "educan" profesionalmente. Aprendemos mucho por imitación y yo tuve la suerte de tener un primer jefe muy escrupuloso con las formas. Y eso que era de verdad una persona superocupada y además no había ni mail ni fax ni nada,que había que hacerlo todo personalizado via teléfono o por carta, muchas de las cuales las escribía a mano. Una rara avis total ...
Hola Fernando,
Bueno, yo creo que en las distancias cortas nos manejamos bastante bien y la gente en España en muy amable y cordial en general. En problema viene un poco de pensar que esa cordialidad en el trato directo suple otras cosas cuando la relación profesional se da en un entorno, digamos "virtual". Ahí no podemos modular nada, no caben las excusas. Por eso hay que ser más formal, más escrupuloso si quieres. Y si es con gente de fuera, pues con más motivo.
Un abrazo,
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