17 de mayo de 2011

La dinámica del fracaso


Leía hace poco en la prensa económica un artículo sobre una pequeña compañía en plena expansión que paradójicamente me ha inspirado estas reflexiones sobre el fracaso. Se trata de un fabricante de un producto de moda que –valga la redundancia- está ahora muy de moda. De ahí que la empresa haya crecido mucho en poco tiempo, sobre todo a nivel internacional, combinando tiendas propias, comercialización por internet y acuerdos con grandes almacenes.
Sería una pena que una empresa así fracasara en el medio plazo, porque precisamente lo que necesitamos en estos momentos son casos de éxito consolidados y referentes positivos en donde mirarnos, pero al leer su historia y planes de futuro no he podido dejar de sentir una cierta sensación de alarma y de déjà vu. Y he recordado otras historias similares de triunfos rápidos y mal asimilados que han acabado como el rosario de la aurora, dejando tras de sí una estela de deudas y desilusiones. No daré nombres, pero todos sabemos que las hemerotecas están llenas de ejemplos parecidos.
El peligro de sucumbir a la euforia del momento para aprovechar una racha que –por definición- va a ser pasajera, es un riesgo que se da con frecuencia, y no solo en las organizaciones, sino también a nivel personal. El éxito es adictivo y cuando se está en la cresta de la ola parece que es suficiente con mantener el equilibrio y dejarse llevar. Pero la gravedad tiene sus leyes y la ola cae y nos arrastra con fuerza. Los sabemos, pero tendemos a estandarizar la fórmula del éxito como si hubiera alguna seguridad de que lo que funcionó una vez lo hará siempre de la misma forma. Sin embargo, si queremos repetir, deberíamos saber que el éxito exige reinventarse cada vez.
Hace algún tiempo el profesor Donald Sull analizó en su libro Why good companies go bad las dinámicas que llevan a empresas aparentemente exitosas a fracasar. Su diagnóstico puede resumirse en cuatro puntos:
-Ceguera: a menudo el éxito es fruto de la casualidad, no de una estrategia planificada y más tarde los buenos resultados dejan poco espacio para pensar en el día después. Que de todas formas, siempre acaba llegando.
-Rutina: falta de innovación y procesos repetitivos que no se cuestionan y que en lugar de un medio acaban transformándose en un fin en si mismos.
-Ataduras: los compromisos a largo plazo con proveedores e incluso con clientes pueden limitar la flexibilidad y la capacidad de reacción.
-Dogmas: en lugar de valores.
Y cierta arrogancia, añadiría yo, que combinada con nuestra tendencia a amplificar los datos positivos frente a los negativos (ver mi post anterior sobre el sesgo hedonista) nos puede llevar a distorsionar la realidad a nuestro favor y a negar la evidencia.
Es curioso todo este tema del fracaso, porque parece que hay cosas tan obvias que deberían verse venir (recordemos aquel sonado caso de la Nueva Rumasa). Pero habrá que ver la parte positiva y pensar, como dijo no sé quién, que un error reconocido es una victoria ganada. Aunque en algunos casos eso sea casi in extremis y en el tiempo de descuento.

11 comentarios:

Carolina dijo...

De los cuatro o cinco fallos que mencionas, yo creo que el más importante es la rutina. Me ha gustado eso que dices de que los procesos acaban siendo un fin en lugar de un medio. Lo vivo cada día. Esa obsesión por el control (porque de eso se trata muchas veces) y los formularios y los reportings que nadie lee...

Saludos,

Fernando López dijo...

Hola Astrid:

La soberbia o arrogancia como apuntas para mi es una de las razones por las cuales fracasan las empresas. Totalmente de acuerdo con las anteriores y añadiría otra como el miedo que paraliza mucho y el querer ser lo que no se es o dejarse dirigir siempre por las opiniones de otros.
Un buen tema como siempre.
Buena semana

Astrid Moix dijo...

@Carolina: entiendo bien a qué te refieres. Además demasiada información suele ser contraproducente, porque no se puede digerir. La obsesión por el control es algo muy propio de culturas empresariales como la nuestra, con bastante aversión al riesgo. Al menos eso es lo que dicen los estudios. Gracias por pasarte y comentar.

@Fernando: soberbia, miedo y querer ser lo que uno no es. En el fondo son flaquezas muy humanas que seguro que todos hemos sentido alguna vez. Pero lo importante es ser consciente de ellas, ¿no?

Una abrazo,

Caminante dijo...

Hola Astrid
hay cementerios repletos de estos casos, algunos albergan a muertos bien muertos y otroa a zombies que deambulan todavía por este ancho mundo. La historia es siempre la misma, pero, ya ves, debe ser tan adictivo el éxito...yo todavía no lo he probado así que no puedo hablar mucho....
Personalmente, creo las montañas se suben para poder otear dónde está el siguiente pico...

Astrid Moix dijo...

Completamente de acuerdo José Luis. Pero las montañas se suben y luego se deben bajar. Y eso, que aparentemente es más fácil, ocasiona también muchos accidentes.
Buen fin de semana,

Unknown dijo...

Hola Astrid y rest@;
Vuestros comentarios me han hecho reflexionar en un sentido -disculpad si algo distinto al origen del post- sobre el cual hace tiempo que tenía ganas de escribir.
En ocasiones hablamos sobre las Organizaciones como "entes" capaces de tomar decisiones, actuar, definir objetivos, etc....olvidándonos a veces que son sus manager los artífices reales de la creación de lo que se llama "cultura organizacional" a través de sus decisiones, estilos de dirección, etc....Es por ello que estos errores mencionados en el post son un fiel reflejo de nuestra condición humana. Gracias

Astrid Moix dijo...

Manuel, gracias por tu comentario. Es una reflexión que podríamos también extrapolar al resto de la sociedad, pero en el entorno organizacional adquiere más relevancia. Las decisiones no las toman las empresas, sino las personas. Y de ellas es la responsabilidad.
Un saludo

Josep Julián dijo...

Hola Astrid:
Al leerte he hecho repaso mental de casos más o menos conocidos por todos y me he detenido en uno que, por motivos profesionales, me tocó contemplar de cerca: Chupa-Chups. Allí no se dio el éxito fugaz pero sí un vacío existencial que se lo llevó por delante: la prepotencia.
Un abrazo.

Astrid Moix dijo...

Pues sí, Josep, el caso que citas es un buen ejemplo. Recuerdo que fueron pioneros en lo de invertir en China y luego, casi de la noche a la mañana, la compañía fue (o tuvo que ser, eso no lo sé) vendida a un grupo italiano. Pero los caramelos se siguen vendiendo por todo el mundo.Por lo que tu dices, veo que las causas -una vez más- fueron internas.

Abrazos,

Pierre dijo...

Hola Astrid,
me gusta mucho sus textos, sin asseguranza comprender a todo ... .
Chupa-chups se fue vendido !? Sorpresa! Pero Hochtief se volve Espanol .. me gusta mejor los caramelos!
Buena semana
Pierre Gay

Astrid Moix dijo...

Hola Pierre,
¡Qué sorpresa!Me alegro de que te hayas animado a comentar. Sí, lo de Hochtief también es interesante. Me gustará ver cómo gestionan las diferencias culturales a partir de ahora. De momento, los altos directivos alemanes han finalizado su contrato -con buenas indemnizaciones- y está entrando gente nueva.
Un saludo,