28 de noviembre de 2009

Ambiciones


Oscar Wilde dijo que la ambición es el último refugio de todo fracaso. Personalmente no puedo estar más en desacuerdo con esa afirmación, porque creo que la ambición es precisamente el punto de partida para alcanzar el éxito, tanto en lo personal como en lo profesional. Porque ¿acaso no es ambición la energía que nos mueve a superar obstáculos, a avanzar y a cambiar las cosas? ¿No es también la ambición lo que nos hace pensar a lo grande, tomar un rumbo y ser consecuente con él, fijarnos metas y arriesgar para conseguirlas? Sin ambición no tendríamos líderes, ni descubridores, ni tampoco premios Nobel o campeones deportivos que premiar. Premiamos y honramos a esas personas por haber puesto empeño y dedicación en alcanzar metas y records imposibles y los tomamos como ejemplo y referente a imitar.

Pero a pesar de eso la palabra ambición siempre ha tenido una cierta mala fama, un punto de desproporción y agresividad. El Diccionario de Real Academia la define como el deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama y parece como si en ello estuviera siempre implícito un interés egoísta de alcanzar objetivos a cualquier precio. Pero afortunadamente no siempre es así, porque tanto el poder, como la riqueza e incluso las dignidades y la fama, cuando están bien utilizadas y basadas en principios éticos, pueden servir para obtener fines nobles y altruistas y cambiar o ayudar a cambiar situaciones injustas.

La ambición es también un estímulo para la innovación y el progreso empresarial. El espíritu emprendedor requiere de esa energía para transformar las ideas en realidades. Por supuesto que la ambición por si misma no garantiza el éxito, en ninguna de sus facetas. Además habrá que añadirle el trabajo constante y la preparación personal y considerar asimismo muchos otros factores externos que influyen siempre en el resultado final de nuestras tareas y objetivos. La ambición no lo es todo, es verdad, pero puede ser la diferencia entre excelencia y mediocridad. A grandes metas, grandes ambiciones.

8 comentarios:

Germán Gijón dijo...

Precisamente su adjetivación en términos negativos (desproporción) es lo que le confiere toda licencia en su aspecto positivo (proporción). Desde luego que es el primer paso necesario para los grandes logros cuando las capacidades, los medios y los objetivos a alcanzar guardan equilibrio.
Razonadísimo artículo, Astrid.
Un saludo.

José Miguel Bolívar dijo...

Con frecuencia me he encontrado con ese rechazo que comentas. Creo que la causa es que la ambición es un gradiente en el que los extremos (falta de ambición o ambición desmedida) son negativos y la zona media es enormemente positiva: la sana ambición.

Unknown dijo...

Para mi, la ambición es colaborar con una empresa a que obtenga sus objetivos de crecimiento, de evitar que cierre de una planta de producción, etc...
También es "obtener reconocimiento de la gente qu trabaja conmigo".
El otro dia coincidí en una jornada de networking con un viejo compañero de trabajo. Me dijo públicamente que yo habia sido para él un referente y que pese nuestras discrepancias puntuales, habia trabajado muy a gusto a mi lado y que había aprendido muchas cosas de mi. De este encuentro hace ya mas de dos años y todavía me acuerdo.
Creo que suelo confundir "ambición" con "reconocimiento externo" y creo que me alegro.

Caminante dijo...

Totalmente de acuerdo.
Personalmente, utilizo la formula MCA- MIEDO- CURIOSIDAD - AMBICIÓN. Creo que es el motor de la innovación, es decir progreso.
Un saludo

Josep Julián dijo...

Me ha gustado tu enfoque y como lo concluyes: a grandes metas, grandes ambiciones.
Un abrazo.

Astrid dijo...

Hola a todos!
Os agradezco vuestros comentarios y aportaciones y me alegra ver que compartís conmigo la "sana ambición" de seguir creciendo para conseguir cambiar cosas, ya sea en otros y en sus empresas (como Manuel)o en nosotros mismos.

Un abrazo,
Astrid

Anónimo dijo...

Astrid, gracias por tus escritos. Siempre es divertido leerte. Nos "animas" a pensar. Esta vez no comparto tu comentario y me pongo más del lado de Oscar Wilde.El concepto ambición "deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades",me parece insuficiente para hablar de "buena energía", el concepto me parece simplemente limitado precisamente por que se para en las palabras poder, riquezas, dignidades o fama.
La palabra "empeno"para mí sería más indicada. La RAE la define como "el deseo vehemente de hacer o conseguir algo; o el tesón y constancia en seguir una cosa o intento". No veo ninguna acepción negativa. Además aparece la palabra "intento" dentro de su definición, que según el mismo diccionario equivale a "propósito". Este, remitiendonos de nuevo a la RAE es "el ánimo o intención de hacer..algo", y por último "Animo" es "valor esfuerzo, ENERGIA"
Estoy convencida de que tú pones más empeno que ambición cuando escribes estos artículos llenos de energía.
Besos
Amaya

Astrid Moix dijo...

Hola Amaya,
Bienvenida a este blog y gracias por animarte a dejar tu rastro...
Me ha gustado lo que comentas sobre la palabra "empeño" y creo que complementa muy bien mi mensaje. Para mí la ambición, en su acepción más positiva, sería el punto de partida, algo así como la visión "macro", que después se materializa en un esfuerzo concreto más o menos largo en el tiempo.
No sé si yo le pongo mucha o poca ambición al blog, pero es verdad que le pongo bastante empeño.

Un abrazo y espero verte de nuevo por aquí.