Uno de los primeros retos que se plantean cuando hablamos de un proyecto colaborativo entre personas, es el de conseguir que todas ellas compartan los objetivos del mismo, que -lógicamente- deberían estar previamente definidos. Esta premisa puede parecer obvia y es por ello que muchas veces se da por sobreentendida, pero la realidad demuestra que las expectativas de cada participante pueden ser muy diferentes y eso tiene después un impacto notable en el desarrollo del proyecto. De ahí que esa puesta en común previa tenga su importancia, porque ayuda a clarificar posiciones y a conocer lo que cada uno desea alcanzar y el punto hasta el cual se está dispuesto a luchar o arriesgar por ello.
Cuando además se
trata de un proyecto en el que participan personas de distintos países, suele
presentarse un nuevo reto, que es el de coordinar formas diversas de entender el trabajo en equipo. En España
tenemos en general una relación difícil con ese concepto; somos una sociedad bastante individualista
y nos cuesta ponernos de acuerdo, por lo que para evitar confrontaciones tendemos
a dividir las tareas y a parcelar la responsabilidad. En mi experiencia
como formadora con equipos multinacionales, es ese un comentario frecuente
sobre la manera de trabajar de los españoles. En ese sentido, el resultado final del proyecto acaba
siendo la suma del trabajo individual de cada miembro del equipo, pero suele faltar
cohesión interna y fluidez en la transmisión de la información
porque cada uno controla lo suyo, pero se siente poco comprometido con lo que
afecta al resto.
Sin
embargo, en mi opinión, el mayor desafío que plantea la
ejecución de un proyecto internacional desde el punto de vista de la gestión de
personas, deriva del contexto virtual de la propia colaboración.Trabajar con un equipo que carece del
vínculo personal que se genera compartiendo un espacio físico tiene algunas
ventajas, pero también claros inconvenientes, sobre todo cuando a la distancia física le añadimos la idiomática y la
cultural. La combinación de ambas exige del líder del equipo un nivel de atención y esfuerzo grande para salvar las dificultades comunicativas y adaptar su estilo habitual de liderazgo a las características
culturales de personas prácticamente desconocidas. Es por ello que la gran
mayoría de los conflictos en los equipos virtuales multiculturales se originan en
la falta de confianza entre sus
miembros y en el desconocimiento por parte del líder de la estrategia
culturalmente adecuada para generarla. Las barreras idiomáticas y la ausencia
de presencia física son escollos añadidos para conseguir sintonía emocional. Y de
ello se puede derivar un clima de desconfianza que provoque falta de
cooperación y una actitud de silos
entre países, afectando con ello a la ejecución del proyecto en cuestión.
De ahí que sea
importante que la persona asignada para liderar un proyecto internacional posea
aptitudes y habilidades de gestión adecuadas a ese contexto virtual y
multicultural. Y es allí en dónde en la práctica se perciben las mayores
carencias. Porque en muchos casos, la persona escogida lo es por saber idiomas
o tener experiencia en trabajos similares, pero pocas veces se tiene en cuenta
su nivel de competencia para liderar en un entorno diverso en el que los
códigos comunicativos son ambiguos. Sin menoscabar la importancia del
conocimiento técnico o del manejarse bien en inglés -que sin duda alguna es
esencial- ese Project Manager internacional debería ser una persona con
mucho interés por las relaciones humanas, que supiera mostrar no solo
tolerancia, sino también aprecio por
las diferencias y flexibilidad
de juicio para aprovechar el potencial de las mismas. Pero sobre todo, debería
ser alguien que ejerciera un liderazgo más enfocado en la influencia que en la autoridad, con la capacidad
de actuar de mediador y de
reconducir conflictos en distintos contextos culturales, complementando eso con
una buena dosis de resistencia interna para sobrellevar la tensión
adicional que todo lo anterior supone.
Existen algunos instrumentos
en el mercado que permiten valorar el nivel de énfasis que somos capaces
de poner en el desarrollo de esas cualidades. Porque son aptitudes que, con
distinta intensidad, todos poseemos y todos
podemos mejorar. Las herramientas, tanto a nivel de programas de formación como de diagnóstico de competencias, están
ahí. Pero hay que ser consciente de su importancia y tener en cuenta que estas habilidades requieren
práctica y tiempo para su desarrollo. Y por supuesto, deben ir acompañadas de un cierto nivel de esfuerzo
y voluntad.
Artículo aparecido en la Tribuna de Opinión de la revista Equipos & Talento del mes de mayo
6 comentarios:
Me ha parecido muy interesante tu reflexión y estoy totalmente de acuerdo en que, además de las competencias técnicas en gestión de proyectos, es necesario ir más allá en la búsqueda de profesionales que aporten esas aptitudes que menciones y que, en mi opinión, son fundamentalmente humanistas. Sobre esta misma cuestión escribí un par de textos en mi blog hace un tiempo y que quizá te puedan resultar interesantes: uno sobre los perfiles técnicos en la gestión de proyectos http://innovaciongestioncultural.wordpress.com/2013/01/11/perfiles-tecnicos-en-la-gestion-de-proyectos-de-idi/ y el otro sobre el perfil humanista http://innovaciongestioncultural.wordpress.com/2012/04/17/un-perfil-humanista-en-la-gestion-de-proyectos/
Hola Juan Manuel,
Muchas gracias por tu aportación y los enlaces que mencionas, que creo que complementan muy bien la entrada, enmarcándola en el contexto académico y de investigación. Hablas de concectar ideas y conocimientos, de proveer al proyecto de una visión integral, de dinaminzar y catalizar ... No puedo estar más de acuerdo. Hoy en día, ningún proyecto colaborativo puede funcionar sin esos parámetros y sin una persona que se encarge de aplicarlos.
Saludos,
HOLA ASTRID
Muy , muy interesante.
El trabajo en equipo creo que tiene un 30% de aptitud y 70% de actitud y si vamos por ahí...como decía mi abuela: o lo mamas o....
Cuidate
Hola José Luis,
...o lo aprendes! Porque también podemos modificar la actitud con los estímulos adecuados. Si es que hay cierta voluntad, claro ...
Buen finde!
Coincido con Astrid Moix
Excelente el trabajo que nos compartes una reflexión muy valida. Excelente trabajo.
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